–Buenas tardes, doctor García–¿Señor Ortiz? Buenas tardes, me han hablado mucho de usted.
–Bueno, supongo que debo empezar por presentarme. Cuando usted salió del Perú yo era redactor de un diario y lógicamente usted no me conoce...
–Cómo no voy a conocerlo, señor Ortiz. Usted ha trabajado para mi.–¡¿…?!, ¿Para usted?, ¿Eh... era cierto lo que decían sobre “Página Libre”?
–¿Qué decían?–Que usted era el dueño.
–(Sonrisa muy leve y casi imperceptible). Bueno, no exactamente, oiga, el diario no era solo mío. Cuando constatamos la fuerza que tenía Vargas Llosa en los medios, nos dimos cuenta que la única forma de hacerle frente era poner un periódico y le pedimos al gordo Thorndike que lo dirigiera.
–Entonces, esa fascinación de Thorndike por los presidentes no es nueva.
–No, pues. Pero “Página Libre” era un excelente diario, audaz, alternativo, bien escrito.
–Y fue el diario que inventó a Fujimori. Recuerdo que el Gordo siempre se jactaba de eso: ¡Con “La República” inventé a Alan García y con “Página Libre” inventé a Fujimori!
–decía.–Ah, sí, ¡no le creo! ¿Eso decía?
–Sí.
–(Carcajada sonora y casi cachosa) ¡Ja, ja, ja! ¡Qué buena raza, oiga!
–¿Por qué?
–Oiga, señor Ortiz, hágame el favor: ¿quién cree usted que inventó a Fujimori?
Si esto es verdad, lo dicho por García sería cierto. El tiene el poder no para elegir al presidente , pero sí para impedir quién llegue al cargo.