viernes, 12 de diciembre de 2008

Esperanzadora navidad

Viene otra navidad y el pícaro amor escapa de mis manos. Recuerdos e ilusiones bullen en mi cabeza, sobreponiéndose a la alegría de los villancicos y los panetones. Los días transcurrirán. Y cada noche previa al sagrado día anticipa un clima de soledad entre mis ojos, a pesar de la familia y amigos.

Tengo 20 años. Veinte navidades acumuladas en el costal de mis recuerdos. Reuniones en mesa, sonrisas apostólicas (donde no hay Judas que traicione, espero) y visitas inesperadas, todo el protocolo de diciembre parece un himno famoso. Así es. Así fue. Pero lucharé para sobrepasar ese mal sino que me persigue hace años y condena mi Noche Buena. Tengo un proyecto tipo Renato Cisneros: buscaré novia, a pesar de que me falte ese coquetón lunar a lo Renato.

Y no es que todas mis navidades desconozcan caricias femeninas. Alguna ex supo acompañarme cuando se lo pedí. Íbamos de compras. O, como un par de púberes sentados en una vereda amiga, mirábamos felices el espectáculo pirotécnico en el cielo de Noche Buena. Era una cercanía traicionera. Me creí el moderno Adán que está junto al árbol del pecado. Viendo su coquetería, “quise avanzar”, clavarle un señor beso y cantarle esa canción de Miguel Bosé que dice: “Te amaré, te amaré…como nunca se ha sabido”. Sin embargo, sus labios cerraron más que una caja fuerte.

Como humillado ladrón que regresa sin botín a su casa, brindaba con la familia espumosa champaña. Luego del ritual de abrazos y “mejores deseos” de medianoche, me refugiaba en mi cuarto. Libaba el licor de mi insatisfacción. Oía el clásico “Claro de Luna” del inmortal Beethoven.
Las heridas se abrían.A pesar de los años, sigo imantado a tres inolvidables amores que perdí. Judith: fui un tonto, lo sé. Y sabemos que la ruptura fue mutua. Mi error: haberte dejado cuando más me necesitabas. Tu error: negarme un par de besos sin los cuales me sentía muerto. Cuando te pienso, veo tus bellos ojos pardos y el rubor de tus mejillas, mi linda colorada, bajo el calor de mi amparo. En consuelo: por lo menos nos saludamos cuando nos vemos en la universidad. Gloria: eres única por ese tierna valentía tuya cuando hace 5 años me abrazaste y me robaste un beso esa noche en que me pediste “un momento para conversar”. Tu piel canela y esa preciosa risa con que me apresabas, jamás olvidaré. Hubo días en que nos evitábamos, pero me contento por tener ahora tu número de celular-me lo diste hace una semana-. Pero eres un poquito cruel conmigo: aún no me aceptas una cita. Karol: la pasión más joven e intensa que pudo ser pero no fue. Te revivo en mis sueños, querida niña castaña. Éramos un par de fugitivos: tus papis aparecían por todas partes. Eras mi ambrosía. No sabes cómo me duele que ahora me apliques la ley del hielo cuando a través del Chat trato de escribirte.

Busco una novia capaz de dinamitar el cementerio de mis penas. No mendigaré amor, de limosnas no se vive bien. Aprendí y evitaré tropezar con los mismos errores. Evolucioné. Atrás quedó el Rogger simiesco que iba de rama en rama. Y por lo visto, estas futuras navidades tendrán más “cuotas de satisfacción” para mí, por lo menos eso me dijo una vieja gitana que me leyó la mano ayer.