Él es Daniel Riquelme.
Desde que era un puber, y quizás antes, oía hablar de Chile con una carga negativa. Desde chico escuchas algunas frases referidas a ellos que los hacían parecer malos y consecuentemente ser odiados.
La maravilla del ser humano es incontrolable, me sorprende y sorprendo que; a pesar haber vivido rodeado de comentarios negativos ante esa tierra infestada de bellas mujeres que fabricaron un Neruda, un Allende; la negatividad transmitida de mayores a menores no habite en mí. Eso me alegra.
Ver que cabritos (¿así les dicen no?) y peruanos, jóvenes en su mayoría; vengan a Tacna y viceversa para conversar problemáticas de Sudamérica me emociona un huevo. O sea bastante.
20 o 15 años después veo con optimismo, que si bien es cierto tener memoria y recordar me humaniza, que se proponga esta ruptura de fronteras anhelada por amigos chilenos es de fábula.
En realidad hasta tengo ánimos lagrimeros.