PROSA COLOR ALGAS
por: Rogger Avendaño Cárdenas
De cómo me animé a escribir sobre el color de Pepe GrilloHace unos días, la tienda de sábanas de mi madre recibió un extraño huésped. Era un saltamontes pequeño. No me explico cómo este legionario de una de las siete plagas bíblicas de Egipto cayó encima del mostrador. Y se quedó quietecito. Los clientes venían y decían: “Qué lindo el juguete”. Hasta había quienes lo tocaban. Luego se quedaban boquiabiertos porque al saltamontes se movía. Yo, que trabajo cerca del puesto de mamá, lo visitaba a cada momento. Le había tomado simpatía. Hasta que de pronto, desapareció mi querido Pepe Grillo. Y me sentí tan abandonado como Pinocho.
Espinacas, fuerza y sabiduría
Aún me pregunto si el increíble Hulk es verde porque quizá es secretamente adicto a las espinacas de Popeye el marino. Pero amigos, hay un ser cuyo arrugado verdor certifica sabiduría, el inolvidable maestro Yoda de Star Wars. Una peliculaza que desató una manía en todo el mundo. De las distintas presentaciones del verde, me gusta más el oscuro-militar. Y no es que tenga una afán bélico o me crea Rambo. Al contrario, de tanto bañarme en las aguas del Océano Pacífico, creo que algo de pacífico se me pegó. Cuando me enojo, cuento hasta diez (ese consejo va para mi querida Fabi y para todos).
Esperanzado mundo verdeGreenpeace.
¿Quién no conoce de esta organización ecologista, mundial? Debido a la asociación con la paz, la esperanza y la naturaleza (hojas, algas), el verde es bien visto. Excepto, claro está, cuando las tropas norteamericanas habían ido a guerrear a un lejano país en Oriente –no recuerdo cuál, donde las personas los rechazaron con enérgicos “¡Green, go! ¡Green , go!”. O sea, verdes, váyanse, refiriéndose al uniforme militar.
De ahí se dice gringos a los norteamericanos. Más que por nacionalidad, ahora ese epíteto se extendió hasta todos aquellos de esa raza rubia y colorada, así como la aria y escandinava, sin importar el lugar de nacimiento.
En el deporte rey, el fútbol, el pisadísimo césped aguanta todo. Y no es que nos guste pisotear al pastito, sino que somos proclives a vivir y relacionarnos con la naturaleza. Ese color nos apacigua. Si hubiese una cancha de césped negro o blanco, la cosa sería distinta, nos cansaría la vista (por eso hasta en los videojuegos el piso futbolístico siempre es verde). Más todavía, si un jugador tiene una caída, no tendrá esos feos raspones que ocasionan el cemento o el césped enrollable. Así es. Después del fulbito, viene el full vaso (sea cerveza, gaseosa o agua light). “Verde esperanzador”, suplicarán algunos jugadores, “concédeme un gol”.
La juventud física se pierde con los años. Y hay quienes intentan atraparla. O cuando menos aparentarla. Miren, amigos bloggers, la creciente cantidad de viejos verdes que seducen a tantas jovencitas. No tengo nada contra ellas, pero sospecho que tienen una oculta vocación de arqueóloga o coleccionista de antigüedades. O tal vez busquen al abuelito ideal con la herencia perfecta. O tal vez, puede darse, el amor habría roto con los límites de la edad.
Green day a la vista
Aparte del grupo que canta temas como “Holiday” y “American Idiot”, Green day es una heladería que de vez en cuando visito. El lugar es como el corazón, pequeño pero acogedor. Y cuando camino con mis amigos por esa zona, señalo feliz con el dedo el cartel y les digo: ¡Green day a la vista!
